Mostrando entradas con la etiqueta Fin de Erasmus. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fin de Erasmus. Mostrar todas las entradas

21 de julio de 2013

Depresión pre-post-Erasmus.

A cuatro días de poner fin a este año, recuerdo cuando me faltaban cuatro días para iniciarlo y las ganas locas que tenía. Recuerdo cómo el tiempo jugaba cual enemigo y no solo quería, sino, necesitaba que el día de partida llegase ya. Ahora es igual, no pero sí. La mayoría ya se ha ido, ya no hay nada que hacer y lo poco que se hace se hace casi sin ganas. 

Me despierto cada mañana y lo primero que miro no es la hora sino la fecha, "Un día menos" me digo. Y no es que quiera volver, es simplemente que sé que tengo que hacerlo y que no hay vuelta atrás. Es como estar en un sueño siendo consciente de que lo es y sabiendo que tienes que despertarte, basta, ¡Suena ya alarma! No me tengas más tiempo durmiendo, cada día con una nueva despedida, cada día calculando cuánto falta para que acabe, basta, si acaba, que acabe ya, no lo alargues más.
Y al mismo tiempo que piensas eso piensas en no querer irte nunca, pero ya está, la bipolaridad ya no tiene sentido, tienes que volver, tienes el billete contigo, la fecha de vuelta y la maleta a medio hacer, ya no sirve el pensar que aún hay tiempo para hacer esto o esto otro, ya no puedes refugiarte en el "aún me queda tiempo" porque no, no te queda. Estás simplemente en una cuenta atrás de algo que no quieres que llegue; pero que llegará, y en vistas de que así será, que llegue lo antes posible, porque no, ahora mismo ya no disfrutas de nada, ahora mismo solo piensas en que te vas, en que tu compañero de piso ya se fue y no te queda más remedio que empezar a hacer planes en tu ciudad de origen y no aquí, en tu casa adoptiva, en la ciudad que tan feliz te ha hecho.

Y aquí estoy, tirada en la cama pensando en porqué nadie habrá inventado ya la fórmula para detener el tiempo, o para volver atrás. Será mejor así, habrá que seguir, habrá que ejercitar la memoria recordando este año siempre que pueda, pero ahora mismo daría lo que fuera por detener el tiempo. Por quedarme aquí, tirada en esta cama de por vida, sin más despedidas sin más "¿Qué día te vas?", sin más días tachados en el calendario. Tan solo quiero la eternidad que llevo grabada en la piel, una eternidad en la que el tiempo no vuelva nunca más a ser el enemigo.




Y cómo no, en Salerno empieza a llover.




8 de junio de 2013

...Casi tanto como una eternidad.

Te despedirás de tus amigos en tu ciudad. Tendrás que meter todo tu armario en una sola maleta. Te despedirás de tu familia en el aeropuerto. LLegarás a un país nuevo, con gente nueva y sobre todo, con un idioma nuevo. Irás a la universidad cual novato indefenso. Estarás solo, lejos de tus amigos y familiares. Pero ¿sabéis qué? Nunca en todo lo que dure tu Erasmus harás nada más difícil que un simple gesto frente a la pantalla de tu ordenador: Comprar tu billete de vuelta.
Nada será más duro que ver cómo la mejor experiencia de tu vida está llegando a su fin; y nada más duro que saber que tienes que ser tú quién elija la fecha de ese fin. 

Llevo semana y media metiéndome cada día a ver los precios de los vuelos Roma-Madrid, viendo las variaciones según qué día me vaya... Y así, como el que no quiere la cosa, he llegado hasta el 16 de agosto en el calendario de la página de internet. Y como curiosidad, era bastante barato.
Me niego, no puedo elegir un día. No puedo comprar ese billete. No puedo imaginar cuando me despida de mis amigos en mi nueva ciudad. Cuando meta 10 meses en una sola maleta. Cuando me despida de mi nueva familia en el aeropuerto... No quiero llegar a un país viejo, con la gente de siempre y entendiendo todo lo que oiga a mi alrededor. No quiero volver a quejarme de lo mal que funciona mi facultad, de los profesores que se dedican a leer apuntes que tienen desde el año 2000...

Y no me malinterpretéis, claro que quiero volver a estar en casa, con mi familia, amigos, en mi cama, teniendo que madrugar para coger el 687, jugando con mi gata, yendo al 100 montaditos de Príncipe Pío los miércoles... Pero sé que eso siempre estará ahí, aún habiéndolo dejado un año, siempre he sabido que eso seguirá ahí, esperándome. Pero ¿Y el Erasmus? El Erasmus acaba y no vuelve nunca. No estará esperándome para cuando decida volver. 

Parecerá absurdo, al fin y al cabo, cuando aceptas irte, sabes que así como te vas, tendrás que volver, pero jamás esperas encontrar todo lo que está por venir. Por lo menos, siempre te quedará la experiencia, el recuerdo y toda esa gente que lo ha hecho increíble, un año lleno de cosas maravillosas y a las que, bueno, en cierta medida, sí que podrás volver siempre que quieras, viendo quién eres ahora.








Y sí, sigo sin tener fecha de vuelta.